Cabanzo, 2003
Video-arte, filmación con celular, digital color, 5 min.
Reflejar: devolver o restituir (un sonido, luz; una imagen) desde una superficie.
Reflejo: imagen reproducida por reflexión
congruencia, repercusión, de rebote, reacción involuntaria.
Reflexionar: pensamiento cuidadoso o consideración, ponderar o meditar. Es el acto de la mirada interior, del pensamiento que requiere el tiempo para sopesar, para asimilar, para dirimir, es decir es un pensamiento madurado y desapasionado.
Espejo: superficie reflectante, algo que da una imagen fidedigna. el espejo es el reflejo de la verdad que desenmascara el engaño del ego y como en el personaje de Dorian Grey. En términos simbólicos el espejo es asociado al lugar de paso, al punto de inflexión entre realidades opuestas o entre dimensiones diversas. el reflejo a la introspección, a la restitución de lo interior, lo sobrenatural, o de otra dimensión espacio-temporal. El espejo es asociado al diálogo con el ego o sea a la contemplación de si mismo, la introspección, es la mirada hacia fuera que devuelve la mirada hacia dentro.
Espejismo: fenómeno óptico, por medio del cual son vistos reflejados imágenes u de objetos lejanos, ilusión óptica que distorsiona. Se dice entonces que al contrario del espejo que restituye la imagen que identifica al “si mismo”, el espejismo es equivalente al engaño, a la farsa, a algo ilusorio.
Registro cámara - celular Francisco Cabanzo,
edición y montaje, Liliana Fracasso.
Hacia pocos meses había regresado de un viaje, había ido al otro lado del océano a los funerales de mi madre. Cuando llegué era tarde, ya la habían velado y despedido. Mi familia me esperaba para que juntos fuéramos a esparcir sus cenizas en el espejo de agua del embalse de Tominé. Aunque hubiese querido subirlos hasta la laguna sagrada de Guatavita, donde nació el mito del Dorado, pero hubiese sido penoso para mi padre y bueno esa es otra historia.
Estaba haciendo otro viaje, para dar clases de espai en el curso Passatges que estábamos realizando los fines de semana. Era el trayecto Barcelona-Girona, miraba por la ventana y de pronto sin mirarla directamente descubrí en la ventana reflejada la silueta intermitente de una mujer anciana de cabellos blancos. Mientras la miraba me vino un deja-vou, una sensación de nostalgia extraña; y digo extraña porque no sentía la nostalgia de lago que perdí sino que nunca tuve. Mientras miraba este reflejo fugaz, pensé que era como el fantasma de mi madre anciana. En realidad se fue antes de serlo, así que se trataba de un fantasma, de una imagen que las circunstancias habían querido que no se diera. Mi madre soñaba con llegar a vieja, hacerse una trenza de canas blancas y recogerla enrollada sobre su nuca, tal y como decía ella que recordaba a “mi nona” su abuela, cuando la contaba en sus recuerdos.
Tome la cámara que llevaba para registrar los ejercicios de la clase y comencé a disparar imágenes, tratando eso si de hacerlo como un voyeur, sin que se diera cuenta que le tomaba fotos a ella, fingía tomar fotos de los paisajes que veía por la ventana, lo cual no dejaba de ser cierto. Intentaba hacerlo el reflejo, pero el reflejo huía, según cambiaba la luz que sobre la mujer se posaba, se alternaban o se superponían por fracciones de segundo, así que no capturaba las fotos que quería. No logrando así lo que quería, me distraje y comencé a quedar atrapado en ese juego de perseguir el reflejo, como quien quiere atrapar sombras en la pared. Cambie la cámara a la posición de foto a movie y la encendía o apagaba por tramos cortos del recorrido, en forma aleatoria. Sabía que habría logrado capturar lo que veía, el fantasma del deseo de envejecer de mi madre estaba en la tarjeta digital. Reflexes surge así, del azar, de la evocación, del juego y de la astucia. De un viaje fortuito y de un tiempo, sin tiempo, que nos regala el siempre mas escaso placer de contemplar, divagar y recordar con la mirada perdida. es una suerte de hallazgo, de la construcción de un fantasma.
Artilugios y artificios desde tiempos inmemoriales capturan el ser humano en el imbricado tejido de sus miradas. No es un azar que sean justamente las máquinas para capturar y restituir miradas, el trompe-hueil, el espejo, la cámara oscura, la cámara fotográfica, el cine, construyen en forma contundente los imaginarios y la idea de realidad simbólica o perceptual
Todos estos objetos artificiales han sido construidos para constituir un universo pleno de realidad y sentido. No importa si es solo un artificio o ilusión óptica o sonora la que nos penetra y nos emociona, nos hace pensar o reaccionar, el resultado es tan intenso y profundo que nos lleva incluso a someternos, a abandonarnos y reposar contemplativamente ensimismándonos, alienándonos para embriagarnos y llevarnos a abandonar la aburridora y tediosa mediocridad de nuestra vivencia cotidiana.
A veces es difícil explicar como nace una obra y en este caso la obra nace justamente de lo que la constituye. Reflexes sucede como sucedía cuando era niño jugando con las miradas, con la luz y el movimiento, con el reflejo y con el espejismo, la reflexión y el espejo jugando con espejos de agua o de cristal, de metal o de plástico, cristales y cámaras. Se trata de traer a colación el resultado de jugar con el artificio de un espacio percibido pero impenetrable. Dejarse llevar por la sugerencia de un espacio contenido en el espacio vacío, un vacío que no contiene algo en sí mismo, sino lo que captura ilusoriamente.
Pero el mirar fuera o dentro tiene que ver también con lo propio y lo ajeno; la mirada robada es para el voyeur la esencia del misterio y del goce, y en este caso pareciera que el reflejo encubre a quien mira y espía, porque no lo refleja en forma directa, aunque en realidad es su mirada quien lo delata pues es su mirar quien lo identifica.
Es entonces aquí donde las imágenes de reflejos se constituyen en una máquina de ilusiones que completan la totalidad del espacio otorgándonos la visión simultánea de lo que hay adelante y atrás. Pero los ángulos escogidos lo evitan a propósito esquivando la imagen de quien mira, es una obra de retratos negados, o por lo menos de quien debía reflejarse en el espejo y solo es visible como espejo.
Esta pieza no es el resultado de una construcción compuesta, sino de una composición hallada. Es el resultado de la contemplación, mirar fuera para encontrarse mirando dentro, contemplar-se para lograr que la mirada restituya el ojo que mira, y así indague sobre quien mira, como y porque lo hace, que busca, de modo tal que logre hacer de la respuesta una identificación.
Esta suerte de trayecto de espacios e identidades del yo constituyen un viaje entre dos lugares cartesianos que lejos de constituir un recorrido lógico establecen una superposición que multiplica lugares y tiempos que contiene, en lo que sería la antítesis de la “situación”. El juego nos los localiza, sino al contrario nos disloca, nos dispara y nos revuelca en ritmos, sincopados o lentos, dentro fuera, lejos, cerca, en frente y atrás.
El resultado es la yuxtaposición de situaciones y momentos, de espacios y tiempos, compleja simultaneidad de puntos de vista, descomponen la realidad en una posibilidad infinita de miradas. Reflexes es muy sencilla como propuesta, es una máquina para conjugar preposiciones en forma incongruente verbalmente pero coherente visualmente.
Es entonces aquí donde las imágenes de reflejos se constituyen en una máquina de ilusiones que completan la totalidad del espacio otorgándonos la visión simultánea de lo que hay adelante y atrás. Pero los ángulos escogidos lo evitan a propósito esquivando la imagen de quien mira, es una obra de retratos negados, o por lo menos de quien debía reflejarse en el espejo y solo es visible como espejo.
Esta pieza no es el resultado de una construcción compuesta, sino de una composición hallada. Es el resultado de la contemplación, mirar fuera para encontrarse mirando dentro, contemplar-se para lograr que la mirada restituya el ojo que mira, y así indague sobre quien mira, como y porque lo hace, que busca, de modo tal que logre hacer de la respuesta una identificación.
Esta suerte de trayecto de espacios e identidades del yo constituyen un viaje entre dos lugares cartesianos que lejos de constituir un recorrido lógico establecen una superposición que multiplica lugares y tiempos que contiene, en lo que sería la antítesis de la “situación”. El juego nos los localiza, sino al contrario nos disloca, nos dispara y nos revuelca en ritmos, sincopados o lentos, dentro fuera, lejos, cerca, en frente y atrás.
El resultado es la yuxtaposición de situaciones y momentos, de espacios y tiempos, compleja simultaneidad de puntos de vista, descomponen la realidad en una posibilidad infinita de miradas. Reflexes es muy sencilla como propuesta, es una máquina para conjugar preposiciones en forma incongruente verbalmente pero coherente visualmente.
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